Manifiesto

…Y al parecer, todo comenzó a partir de Constable y después prosiguió con Corot, Courbet, y la Escuela de Barbizon, y posteriormente por todos aquellos pintores impresionistas y posimpresionistas (Monet, Renoir, Sorolla, van Gogh…) y continúa hasta hoy, con ese dandi inglés, de levita y corbata estrecha –y que alterna el óleo con el ipad- y que se hace llamar David Hockney.

Sin título. Guillermo Masedo. 2014

Realizar un manifiesto acerca de la pintura plen air resultaría hoy en día aburrido, ya manido e incluso pretencioso -defender una actitud, a cierta edad, se convierte en una especie de justificación innecesaria-. Pedante o no pedante, en el estudio o entre la maleza, la pintura acaba diciendo mucho del pintor que se enfrentó a ella, y una vez acabada, la lanzó al mundo -¿cuándo se acaba una obra?…como diría Rembrandt o Rodin, cuando se han alcanzado los objetivos artísticos que buscábamos al principio-.

Cuando uno se encara con el soporte en blanco, siempre acaba surgiendo la misma pregunta: ¿mirar hacia dentro o hacia fuera?…si es que ambos enfoques son contradictorios, puesto que podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que construimos nuestro entorno a partir de nuestras emociones y sentimientos. No obstante, ya Millet y todos aquellos pintores realistas tuvieron claro su objetivo: su entorno y todas aquellas personas humildes que trabajaban en el campo, pero eso sí, retratadas con naturalidad y dignidad, sin ningún tipo de misericordia ni tampoco heroísmo (como ya Velázquez siglos antes hizo con los bufones de la Corte de Felipe IV).

Gauguin, enfrentándose a van Gogh, fue de los primeros que comenzó a prestar menos atención a la realidad para hacer un uso más personal y subjetivo del color y la perspectiva. Y fue Cezanne, y los posteriores cubistas y demás vanguardias a las que acabó abriendo paso los que decidieron destruir el motivo tradicional de la pintura, descomponiéndolo (Picasso), desmembrándolo (Kandinsky), geometrizándolo (Mondrian) o directamente haciéndolo desaparecer, como en el tan famoso Blanco sobre blanco de Malevich.

Hablar de la experiencia propia es lo más honesto que puede hacer un hombre, y por extensión, un pintor. La realidad brinda infinidad de incomodidades, pero vierte sobre nosotros multitud de posibilidades distintas: enfrentarse a ella, con el viento, su radiante sol, el movimiento de las nubes y las fluctuaciones lumínicas debido al paso de las horas suponen todo un reto –sería por otro lado mentiroso afirmar que la fotografía nos lo da todo ( se supone que el artista, al tomar dicha fotografía, ha realizado los procesos intelectuales de recuadrar, encajar y recortar que haría con el pincel o el lápiz frente a la propia Naturaleza)-.

Y sigo. Enfrentarse a la realidad es un reto –lo sigo pensando-. Porque la realidad no existe. Los propios pintores impresionistas querían reflejar con la mayor exactitud posible el entorno que les rodeaba… ¿y en qué se parece esa realidad, pictóricamente hablando, a la de sus amigos realistas? ¿En qué se parece esa búsqueda de la verdad con la de las oscuras veladuras de pintores barrocos como Rembrandt? Los colores a nuestro alrededor se enfrían y se vuelven cálidos, se saturan y pierden saturación, se expanden y se contraen, se alejan y se acercan, cambian de tono en función de sus acompañantes…y para colmo, todo debe funcionar como un conjunto, como una orquesta en la que cada instrumento debe estar no solo afinado, sino que debe acompasar con alegría y a la vez rigurosidad al resto de compañeros (¿cuántas veces pintando un cuadro estamos satisfechos con las distintas partes y al alejarnos, y contemplarlo con distancia, nos decimos a nosotros mismos… no, no funciona?).

No entiendo la pintura si no es como una confrontación, un amaestramiento en el que pretendemos domesticar nuestro entorno, darle sentido y hacerlo más accesible a nuestros sentidos, una intelectualización de nuestro sistema perceptivo a partir de una observación seria y profunda y una disposición sensible y culta hacia la vida… una especie de extraña existencia manchada de óleo y con un fuerte olor a esencia de trementina.

Guillermo Masedo
Pintor becado en el curso de 2014